Vivo de ilusion,
y el dolor alimenta mi alma.
Encuentro felicidad en una oscuridad incandescente,
que toma prestado el brillo de tus ojos,
ahogando un suspiro,
devolviendome a mi realidad en busca de una nueva historia,
sin principe ni princesa,
sin caballo blanco ni zapato de cristal.
Aunque acepto un Hada Madrina,
para que vaya llenando de estrellitas mi camino,
y de notas musicales mi silbido.
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